viernes, 15 de mayo de 2015

VOTAR CON EL CORAZON, O POR EL OÍDO, PUEDE CONVERTIRTE EN "ENEMIGO DEL PUEBLO".

                                                                                                                      A mi amigo Rafa

                                               Ser ciudadano es algo más complejo que ser votante y acudir plácidamente a la llamada 
                                                electoral. Ser ciudadano plantea unas obligaciones que implican esfuerzo intelectual, olfato 
                                              ante los discursos vacuos, discernimiento, empatía y visión más allá del entorno del propio
                                              ombligo. Ser ciudadano es distinguir,...  
                                     ...el periodismo de las relaciones públicas. O convertirte, por tus
                                                                                                    principios éticos, en un enemigo del pueblo.


En el artículo que comento, se dicen cosas muy interesantes. El párrafo final, resulta esclarecedor para cualquier indeciso. Viene a demostrar que la democracia mal aplicada puede ser tan maligna como la peor dictadura. Una sociedad, una ciudadanía, una población que entrega poder de decisión a individuos ignorantes o mal formados (Y aquí está el peligro. El mal formado resulta, siempre, irrecuperable para cualquier colectivo humano. Su fátuo engreimiento puede dar al traste con los mejores proyectos de superación del hombre), debemos observarla con el máximo cuidado.


Ayer durante la participación en el duelo de un amigo, fallecido de repente, en una de las tertulias que se forman, sin ningún respeto al muerto ni a su memoria, otro amigo me decía que no tenia nada claro de a quien votar el 24M. Le hice las puntualizaciones que creí oportunas, pero no causaron mucho efecto. No conseguí encender la luz en sus obscuras dudas.

El se debatía entre todo lo malo conocido y todo lo misterioso de los prometedores pregones. Esta es la consecuencia de vivir entre mentirosos empedernidos durante tantas décadas de padeceres, como hemos vivido todos los españoles.

El problema consistía en que, en un entorno de población reducida, en el mas puro aldeanismo, donde se marcan mas las influencias personales de los clanes que luchan por el poder, abunda mas el seguimiento por amiguismo que las sabias decisiones que marca el sentido común. Basta la crítica despiadada de quien se ha hecho conocer a través del mando ejercido, que la obligada prevención sobre lo que pueda depararnos el inmediato futuro.

Estamos dolidos con lo soportado y sospechamos de los "que vienen" serán iguales. Pensamiento con el que no estoy de acuerdo, en absoluto. Al que viene, al que llega, además de escucharle, debemos recibirle con esperanza y con alguna ilusión, y además, con deseos de perdonarle algo, si ha lugar.

De cualquier forma, después de haber soportado a la "bien llamada casta", durante tanto tiempo, no será tan malo, si a los cuatro años tenemos que elegir a otros. Lo que no podemos hacer, bajo ningún concepto, es apoyar a quienes nos han traído hasta la mas asquerosa ruina, de dinero y de valores humanos. Lo que nos ofrecen para nuestros hijos y nietos no es admisible. No hay evolución sin revolución. La revolución de quitarnos de encima toda la miseria que nos hecha la casta, la tenemos que emprender nosotros. Somos los creadores de nuestras familias y tenemos que ser los defensores de ellas.

No podemos entregarnos en las manos de quien antes de llegar nos dice que va a subir el IVA de la alimentación básica como la leche y el pan y bajarla al alto poder adquisitivo castuzo. Debemos saber para quienes gobernarán y tomar las medidas oportunas. Los hay que vienen a darnos una vuelta mas al tornillo de la opresión económica.

Siempre digo, y siempre diré que, no es comparable una persona que gana dinero fuera de nuestras fronteras y lo trae a España(Monedero), que otras que lo ganan aquí y se lo lleva allá (BÁRCENAS, PUJOL'es, GÜRTELeros, URGANGARIN'es & Company. Los de la fuga de capitales). No, no es lo mismo.

El pueblo pertenecemos al anonimato identificativo....., en la mayoría de las formaciones hay nombres y apellidos conocidos, sobre todo, por sus actos. Allá cada cual.



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Diadio deLeón.

FRONTERIZOS
Un enemigo del pueblo

miguel á. varela 15/05/2015

Se escribió en las últimas décadas del siglo XIX pero parece que el autor la acabó ayer por la tarde. Es seguramente la mejor pieza de Henrik Ibsen, uno de los padres del teatro moderno. Se titula «Un enemigo del pueblo».

En España se la recuerda por un montaje para el mítico «Estudio 1» de Televisión Española, a principios de los ochenta, con José Bódalo e Irene Gutiérrez Caba en el reparto, que puede verse en la Web. También fue memorable el último, dirigido por Gerardo Vera para el CDN hace ocho años. En el Jovellanos de Gijón se presentó esta producción, supongo que por mera coincidencia, en una jornada de reflexión electoral, ofreciendo a los espectadores el material artístico más idóneo para meditar su voto.

El protagonista de la obra es Thomas Stockmann, médico de una pequeña población en la que un balneario es el motor de la economía local. El doctor descubre que el agua de esos baños está contaminada y su uso puede acarrear riesgos para la salud pública. Sin embargo, su denuncia se estrella frente a los intereses del poder local.

De esta manera, las cabezas del poder económico, periodístico y político del pueblo se confabulan contra el doctor, convirtiendo, por su intriga interesada, a una ciudadano responsable y coherente con su honradez intelectual en un enemigo del pueblo.

Nunca antes se habían contado en el teatro con un estilo tan realista los juegos de poder, el grosero uso de la demagogia como temible virus de la democracia y el caro precio a pagar por el individuo que piensa por cuenta propia.

Ibsen usa el escenario para mostrar el hábil manejo por parte de la clase dirigente del doble lenguaje, que enmascara los intereses particulares bajo la sinuosoa apariencia del bien común, bajo esa condición del alma humana a la que se refería Robert Musil «que carece de pudor en su presunción, tan pronto se presenta bajo la protección de un partido o nación o corriente artística y que, en lugar de yo, permite decir nosotros»

Una democracia sana exige una ciudadanía robusta que le lleve la contraria al Winston Churchill más cínico, cuando sostenía que el mejor argumento contra ella era una conversación de cinco minutos con el votante medio.

Ser ciudadano es algo más complejo que ser votante y acudir plácidamente a la llamada electoral. Ser ciudadano plantea unas obligaciones que implican esfuerzo intelectual, olfato ante los discursos vacuos, discernimiento, empatía y visión más allá del entorno del propio ombligo. Ser ciudadano es distinguir, como escribía ayer en esta misma página Carlos Fidalgo, el periodismo de las relaciones públicas. O convertirte, por tus principios éticos, en un enemigo del pueblo.

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